Blogia

Las Flores del Insomnio

El teléfono es un cruel amante

Sophie y yo hablamos, pero no fue lo mismo. Fue algo triste, porque a medida que se gastaba la media hora, sentía indiferencia y aburrimiento. Algo había, pero se iba esfumando de la misma forma que el hilo de mi voz. Hablábamos del trabajo, de los cambios, y de alguna manera nos evitábamos. Me dijo que algún día deberíamos hablar de nosotros; tenía razón. Pero en ese momento no me sentía con fuerzas.
Cuando colgué, me sentí el doble de solo.

The better things to come...

-Es aquí, inspector.
-Sí. ¿Cómo murió?
-Le estranguló con este cable de teléfono.
-Una conversación algo dolorosa.
-No haga chistes de primero de criminalística, por favor.
-Lo siento.

[...]

-¿Otra vez?
-Sí, inspector.
-¿Qué le ocurrió a éste?
-No sabemos cómo, pero encontramos un móvil en su estómago durante la autopsia.
-Vaya digestión.
-Y es de los antiguos.

[...]

-Inspector, creo que debería ver esto.
-¿Qué ocurre ahora? Dios mío...
-Lo hemos encontrado esta mañana.
-Ni siquiera sabía que esa hendidura existía en el cuerpo.
-Deberíamos encontrarla de una vez.
-Eso digo yo.

Supernaut

En la universidad consulté el correo. Me había escrito. Y me daba buenas noticias (o así las interpreté). Y aunque en la biblioteca habían extraviado tres libros míos, y había perdido una beca ese mismo día a causa de la endogamia y el nepotismo, me sentía como un gigante. Estaba en clase y era como una nova a punto de explotar. La euforia era total, corría por mis venas y me daba toda la vida de la que había prescindido en semanas. Tan fuerte es el poder de la pasión.

A fairy tale of slavery

Amar a Amelia es algo parecido a un extraño cuento de hadas. Ella entra en el bosque y uno nunca esta seguro de cuándo volverá a divisarla. Puede ser dentro de ese lago que descansa cerca de un claro, como si fuera una ondina o una xana, preparada para arrastrarte al fondo cuando te acerques a saciar tu sed. Puede ser un eco de su risa flotando entre los árboles. Puede ser el brillo momentáneo de su pelo rojo entre la bruma matinal. Y sus promesas. Posiblemente sea mejor tener que enfrentarse al interrogatorio de la Esfinge que intentar buscar sus palabras escritas en una arena que no se borre por la marea del capricho (del destino o de las hadas).
·Te escribiré cada semana...
·Te llamaré...
·Este fin de semana te llamo
·Mañana sigo escribiéndote

Amar a Amelia es un reto personal. ¿Es una amor turbio, libre, malhadado, fogoso, inseguro, o simplemente loco? ¿O todo a la vez?

Oro en el infierno

Volvía del centro, ahora no importa recordar por qué. Hablaba con un amigo en el camino de vuelta en bus, cuando subieron una anciana y una chica joven. Eran nieta y abuela. La chica era morena, pelo largo, rasgos finos, mirada penetrante. Hablando en dialecto, era todo cariño con su abuela. Mi amigo y yo nos miramos por un momento y sonreímos cómplices, mientras seguíamos hablando de cualquier tontería. Hubo incluso un momento en que, por breves segundos, la mirada de esa chica se cruzó con la mía.

En ese momento lo hubiera dado todo porque mi compañero, el conductor, la tripulación del bus ardiera instantáneamente y se volatilizara. Cuando esos ojos turbios se posaron en los míos pensé que era Dios.

El azar hizo que la chica y la mujer mayor se apearan donde nosotros, pero tomasen una dirección contraria. Posiblemente no la volveremos a ver.

Humo y espejos

Empecé a fumar por ti. Sé que es un absurdo, que cuando uno empieza a fumar es con diez años menos de los que tengo, no ahora, pero era más fuerte el ansia de tu recuerdo que las ganas de aparentar la madurez o el estilo que el tabaco -esa agria niebla por la boca derramada- da a algunas personas (ignoro si es mi caso). No hay otro secreto: añoraba tus besos, esos besos ardientes, esos labios mojados y carnosos, y ese regusto tan especial del humo. Quería volverlo a sentir en mi boca, y tuve que hacerlo. Ahora que no te tengo y que no sé cuándo te volveré a tener, sólo ese eco de lo que sentí de ti me llega de primera mano. Pero ya no es lo mismo: no es tu boca la que se posa en la mía, sino el menguante cigarrillo que va consumiendo su interior, el mío y tu recuerdo. No eres tú, pero es lo más cercano que me queda de ti.

[Sigues en mis pensamientos y no puedo apartarte de ellos ni una hora de mis días. Dime algo o me volveré loco; llámame o haz lo que quieras, pero comunícate conmigo; no dejes que me marchite este silencio; afronta mi voz aunque sólo sea una vez; déjame susurrarte, ten clemencia de este imbécil que te sigue como un cordero al matadero. No seas más cruel. Ten piedad. Sólo un sms, sólo una perdida. Pero ten piedad]

Allow me to introduce myself, I´m a man of wealth...

¿Quién soy? Soy H. Soy Hipólito, el escritor frustrado del bar donde trabaja Amélie; soy Humbert Humbert, el profesor de literatura que destruye su vida a través de Lolita; soy Harry Block, el escritor neurótico que narra los trapos sucios de su vida en sus libros y es por ello odiado por sus amistades y ex-amantes; soy Henry Wilt, confinado a dar clases a patanes aspirantes a electricistas a los que les importa una mierda Stevenson o Shakespeare; soy Howard P. Lovecraft, agorafóbico, misántropo, resentido con el mundo que me rodea; soy todo eso y más. Soy sólo una letra, la única consonante que no tiene razón de ser porque es muda. Soy H y éste es mi Hogar. Gracias por escucharme.

Hear my backdoor slam

Prometió llamar. Aunque yo sabía que sus promesas eran tan vanas como las de Lucifer, era lo único que tenía.
Los días pasaron y su palabra se rompió como una marioneta a la que cortasen los hilos. No tengo paciencia para estas cosas: La llamé, pero no lo cogió; le escribí, pero sólo obtuve como respuesta que debíamos cortar el contacto por un tiempo.
Así que volvía al punto en que el palillo entre los dedos está a punto de partirse en dos. En esos momentos intento rememorar cómo me enamoré de ella, o más bien, de qué endiablada forma su voz se coló en mi corazón por la puerta trasera y me echó de él sin que apenas lo advirtiese.

Ayer llegué a las 3 a casa. El mensaje del móvil era un maldito anuncio de Movistar. Apestando a marihuana, me metí en la cama e intenté conciliar el sueño. Media hora más tarde encendía la luz para escribir ocho endecasílabos con las palabras clave "fantasmas", "amargura", "huellas" y "ceniza".

So desperate & lonely

Había pasado casi un año desde que todo empezó y la situación volvía a estar como al principio, excepto por un detalle obvio: el tiempo, que nunca pasa en vano.
Recapitularé para quien haya llegado tarde a este jardín de ruinas: chico soñador lleva varios años alejado de su novia, que vive en la gran metrópoli. Entonces el azar pone en su camino a una nueva chica, aunque también lejos. Ambos tienen pareja, pero sus respectivas relaciones tiemblan como hojas en otoño. Así que pasan meses de encuentros y desencuentros, de ensoñaciones y desilusiones. Y entre toda esta neblina amarga de vanas promesas y anhelos callados, este soñador sigue en su pequeña ciudad, aguardando una oportunidad más.
Empecemos.

Bienvenidos a Las Flores del Insomnio.

De un jardín de ruinas pueden nacer
pocas cosas bellas. De la tristeza
muchas. Las flores del insomnio
son el mal sueño de un poeta...


Bah, olvidemos los endecasílabos.

Dije que me iba. Era cierto. También dije que volvería.
Como véis, aquí estoy de nuevo.

Porque el hombre es un animal obcecado, que cae siempre en la misma piedra. Esa piedra tiene un nombre. (En realidad tiene muchos) Se llama amor.

Quisiera que leyeráis estas líneas entre susurros, muy entrada la noche. Escuchando una triste canción de jazz, o de A Perfect Circle, o de cualquier música que os inspirara la sensación que da, por ejemplo, la luz sórdida de una autopista de madrugada. Imaginad cómo os voy leyendo estos pasajes y os miro como yo sólo sé mirar.

Bienvenidos a Las Flores del Insomnio. H os recibe de nuevo.