El teléfono es un cruel amante
Sophie y yo hablamos, pero no fue lo mismo. Fue algo triste, porque a medida que se gastaba la media hora, sentía indiferencia y aburrimiento. Algo había, pero se iba esfumando de la misma forma que el hilo de mi voz. Hablábamos del trabajo, de los cambios, y de alguna manera nos evitábamos. Me dijo que algún día deberíamos hablar de nosotros; tenía razón. Pero en ese momento no me sentía con fuerzas.
Cuando colgué, me sentí el doble de solo.
Cuando colgué, me sentí el doble de solo.
3 comentarios
Esquivando -
Marta -
Hoy no lo sé.
Un beso.
Corazòn... -
;o)