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Las Flores del Insomnio

Oro en el infierno

Volvía del centro, ahora no importa recordar por qué. Hablaba con un amigo en el camino de vuelta en bus, cuando subieron una anciana y una chica joven. Eran nieta y abuela. La chica era morena, pelo largo, rasgos finos, mirada penetrante. Hablando en dialecto, era todo cariño con su abuela. Mi amigo y yo nos miramos por un momento y sonreímos cómplices, mientras seguíamos hablando de cualquier tontería. Hubo incluso un momento en que, por breves segundos, la mirada de esa chica se cruzó con la mía.

En ese momento lo hubiera dado todo porque mi compañero, el conductor, la tripulación del bus ardiera instantáneamente y se volatilizara. Cuando esos ojos turbios se posaron en los míos pensé que era Dios.

El azar hizo que la chica y la mujer mayor se apearan donde nosotros, pero tomasen una dirección contraria. Posiblemente no la volveremos a ver.

5 comentarios

Héctor -

Me encantan esta clase de encuentros. Yo tengo montones en el metro, por la calle, etc...
La gente debe de pensar que estoiy loco cuando me les quedo mirando

Senzafine -

Despues de haber leido tus post... me han gustado mucho, y me he sentido identificada con muchas cosas, supongo que todos hemos pasado cosas así en algun momento de nuestra vida, te voy a linkear... Besazos.

Senzafine -

Si... cuantas veces han pasado oportunidades como esa y por miedo a arriesgar, las hemos dejado escapar...

Marta -

Cierto es lo que comenta Corazón, pero... el destino es caprichoso, quien sabe, puede que os volvais a encontrar.

Corazòn... -

Pensarìas...si tus ojos son el cielo, quisiera ser el dios que gobierne en ellos...
Aveces las cosas buenan...llegan, pasan y se van...Un saludo.