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Las Flores del Insomnio

Despedida y cierre

FLORES DEL INSOMNIO

SENTIDOR Y AMANUENSE

H

CÓMPLICES Y AMANTES (A SU PESAR)

Amelia

Sophie

Lidia

INFRAESTRUCTURA

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THE SOUNDTRACK OF YOUR LIFE

Godsmack · The Gathering · Therion · Tool
Tom Waits · A Perfect Circle · Fear Factory · y muchos más...



OTRAS CABEZAS LLENAS DE SPLEEN

Baudelaire · Borges · Luis Alberto de Cuenca · Vicente Gallego · Poe
José María Álvarez · Kavafis · Stevenson · Brines · Martínez Mesanza
y Wong Kar-Wai

AGRADECIMIENTOS

A todos los que habéis pasado por aquí y os ha gustado este blog. Sabed que he intentado poner lo mejor de mí de estos últimos seis meses. Volveré, de eso estoy seguro, pero no sé cuando. Cuando lo haga, os avisaré por mail. Hasta entonces, gracias.

2004/2005 - Todos los derechos reservados. Cualquier parecido con la realidad es intencionado. Comentarios a correuabandonat arroba hotmail punto com.



FINIS

CONTINUA Y TERMINA EN...

Real Gone

Cuando se marchó, sólo me había dejado el tenue olor de su sexo entre los dedos.

A man of a constant sorrow

Siempre me empeño en conservar pruebas de mis crímenes, que me atestigüen, que atestimonien que estuve allí, que hice, que dije aquello que ahora no creo posible. Pruebas que me incriminen, que me recuerden que el filo de otra vida me poseyó y me transformó en otro. Esas pruebas son las que me condenan, las que le dicen al tribunal que no hay apelación ni coartada posible: que ése era yo y no otro, que las maldades, si no pueden justificarse ante uno mismo, cómo van a justificarse ante otros. Esas pruebas, a pesar de todo, son también pruebas de haber vivido.

Permanently fill this hollow

Se hacían las 3 de la mañana delante del monitor, veía su carra borrosa en la pantalla, desdibujada por el recuerdo, o quizá por los píxels y la mala calidad de la señal de la cam. ¿Por qué insistía en recordar lo que había pasado si no había intención de recuperarlo? Ya me bastaba yo solo para vivir entre las ruinas de mi inteligencia. Algunas preguntas se agolpaban en mi mente mientras seguía allí, en el frío, delante de la pantalla. ¿Por qué estoy hablando con ella? ¿Qué hago yo aquí? ¿A qué viene esto ahora? ¿Me estará tomando el pelo? ¿Quiere algo de mí? ¿Se ha quedado sin pareja y ahora mi recuerdo vuelve a ella? ¿No habíamos quedado en que había que pasar de ella? ¿Vale la pena perder una amistad por un fracaso? ¿Era sexo lo que necesitábamos? ¿Me está vacilando -oh, espera, eso ya me lo he preguntado, pero es que es de cajón-? ¿Es la estación o es la soledad? ¿Tenía razón mi X cuando me decía lo que me decía esa tarde?
Las mujeres siempre son un gran interrogante, y ese enigma es a la vez la respuesta a todas las preguntas.

Psicología de a pie

Es curioso. Las mujeres buscan un hombre al que respetar, al que admirar, que sientan que las puede proteger. Pero luego son ellas las que mandan, las que llevan la sartén por el mango. Los hombres quieren a una mujer a la que puedan proteger, que sientan suya, pero en el fondo luego son ellos los que no son nadie sin ella.

[Aviso a navegantes]

Dentro de poco terminaré este blog y empezaré un tercero, y esto habrá terminado siendo una trilogía publicada en red. Primero fue Jardín de Ruinas (http://blogia.com/jardinderuinas), estas Flores del Insomnio, y finalmente un tercer blog del que os daré la dirección a los que estáis enlazados abajo o quien me pida la dirección por mail o en un comentario.

Gracias por la atención.

You are the sign of my unrelief

Cuando la ansiedad volvió a oprimirme los pulmones, como si el peso invisible de una desdicha ignota me impidiera respirar; cuando me di cuenta de que en mi mesilla de noche había más medicamentos -aspirinas, calmantes, biorrelajantes, antibióticos, analgésicos, pomadas, caramelos- que libros o cualquier otra cosa, vi que había algo que se había roto de nuevo dentro de mí.

Apuntes en la cama

Leo "Fuera del tiempo", veo "Lost in translation", descubro fotografías olvidadas en una carpeta perdida de un cd-rom. Y volvéis a mi memoria. Sophie, tú, desnuda, durmiendo sobre la cama, es como si pudiera tocar tus labios, tu pelo, tu piel. Aprendí tu cuerpo de memoria, y después, el de Lidia, en comparación, me parecía extraño. Es como si pudiera meterme en la fotografía y acariciarte donde estabas: por un instante, se me ofrecía a la memoria un refresco visual de lo que durante dos meses ha sido un ideal sepultado por el teléfono.

Con Scarlett Johanson, y el universo independiente que es esa película, rememoro a Amelia, y a su cuerpo obtenido pero no tenido, y, mientras escribo, no puedo evitar sonreír ante la ironía de que en las dos se dio primero una no-tenencia parcial y después una des-tenencia total. De diferente forma, pero de igual modo. Y quien no me tuvo a mí fue Lidia.

Amelia se repite en los ecos de Scarlett. Estudio sus facciones, sus ojos, sus labios, su pelo, y llego a la conclusión de que es la nariz, así como cierta carnalidad de los labios lo que las acerca, una especie de belleza distraída. Veo ese contorno moverse y evocar lo poco que pude abrazarla, lo poco que fue -lo que poco que ha sido de todo el mundo, pues, aunque haya pasado el tiempo, y su figura aún me fascine, no he de olvidar lo que es, una quimera sin más voluntad que destruirnos y destruirse a través de la traición- de nosotros, ese culo, esas piernas, y entiendo que el tiempo está haciendo que las asimile y que cree a una tercera mujer que realmente no existe y que no será mía jamás, y, al mismo tiempo, será mía para siempre. Tal es el poder de la memoria, de la palabra, del poeta. Pero es acaso un poder sumamente cruel con su propietario.

Lidia era otra forma de ver las cosas, era muy guapa (guardo esa foto donde no tiene más que 16 o 17 años, y creo que lo que he amado de ella ha sido ese ideal), quizá un poco sobrada de talle para mí, lo reconozco, pero sus ojos y su risa eran encantadoras. Era otra forma de ver las cosas, más sencilla, más despreocupada: el mejor ejemplo de que siempre se puede aprender algo de alguien más joven. Quizá seguí demasiado el juego, quizá no me di cuenta hasta más tarde, lo cierto es que aquello no acababa de ir conmigo, tal vez porque el patrón, la mesura, el rasero que ponía yo a una relación era que me llenase como Sophie lo hizo, y eso Lidia no podía hacerlo de ninguna manera. Ésa era la causa y a la vez el error de todo el procedimiento, porque la sombra de Sophie seguía planeando sobre mi vida, aunque había pasado medio año, y yo había pasado por mejores y peores temporadas.

Y después estaba el tema de la inspiración, volatilizada totalmente desde hacía meses. De ella sólo quedaba el ánimo de seguir escribiendo febrilmente, para sobrevivir, para dar testimonio, para escapar, para encontrar la salvación, todo al tiempo. Pero la Musa se había marchado. ¿Cuándo volvería?

Mi vida como laberinto

El cruce de Lidia en mi vida fue interesante, reconfortante hasta cierto punto. Pero no es lo que quiero. Maldita sea mi vida, quiero retroceder en el tiempo un año, quiero volver a empezar, quiero otra oportunidad, quiero volver a la felicidad otra vez, maldita sea...

Anatomía del amor

Quizá tampoco tuviera mucha experiencia al respecto, pero por lo que podía observar, el sexo de una mujer es su reflejo. El sexo de Sophie era complicado, como complicada era ella, como compleja, rara fue nuestra relación. También tal vez lo era por mi inexperiencia, el caso es que siempre fue un poco díficil localizar todos los puntos de ese enigmático mapa. El sexo, en cambio, de Lidia, era sencillo, como sencilla era ella, como fácil fue nuestra relación: libre, sin compromiso, sin complejidades que abarcaran un futuro incierto. Lidia era otro mundo diferente a Amelia o Sophie. Era joven, y aunque la brillantez de su inteligencia -de su eterna fascinación por la arquitectura- la hacía más atractiva, lo que más me atrajo de ella fue su jovialidad, su vitalidad, y -quizá- su inmadurez, alguien con quien hablar, ya no de trabajo, ya no de carreras y facultades, de investigaciones y artículos, de congresos, de filosofía o metafísica, sino de mangas, de videojuegos, de tonterías.

Me miraba con unos ojos de diosa. Su sonrisa era eterna, y tan franca, tan sorpresiva, que a veces no llegaba a explicármela. Cuando en la cama buscaba su placer, su mirada se diluía, su cuerpo se licuaba en el mío. De los días que pasé con ella, mi más grato recuerdo es esa mirada, en la cama, el cuerpo desnudo; esa mirada enturbiada por el placer.

Summa contra amore

1. Todo amor es una impostura, cualquiera que sea su extensión en el tiempo.

2. Dos grabados clásicos: en uno, Cupido lleva en un barco al Padre Tiempo dormido, con la inscripción: "El amor hace pasar el tiempo". En otro, el Padre Tiempo lleva la barca con Cupido durmiendo: "El tiempo hace pasar el amor".

3.Toda una serie de ideas abstractas, fruto de nuestro razonamiento complejo, en realidad no existen como tales en la naturaleza. Algunos de esas nociones son Justicia o Amor, y los derivados que se suponene de ellas. Por ejemplo, la noción de "justicia poética", que forzamos para no sentirnos en inferioridad al destino, casi siempre amargo, o la de "omnia vincit amor", "hasta que la muerte nos separe", etc.

4. La vida es tan rotunda que no entiende de conceptos en mayúsculas. Dios es un esfuerzo po corporeizar (física, mentalmente) ese amor, o la falta de éste.

Everything goes to Hell (Tom Waits)

Durante cuatro meses, mi habitación se convirtió en mi pequeño universo casi autosuficiente. Con la conexión a internet como ventana al mundo, la televisión como compañía perpetua, abnegada, silente, y las mínimas salidas al baño y a la cocina adyacentes, mi mundo se reducía a aquello. Mi cama, entonces litera, era como un pequeño refugio, una minihabitación, el último reducto de mi vida. Recuerdo esas noches de soledad, en las que la única luz venía del monitor y la televisión, y lo demás era silencio y oscuridad. Era como una cápsula, fuera del tiempo y el espacio. No puedo decir que fuera una temporada agradable, pero -es curioso- no la recuerdo con tristeza.

Rómpase sólo en caso de emergencia

[Obsérvese el cínico juego de palabras del título]. Al final uno tiene que arreglárselas como puede.

¿A quién le cuento cómo me va la vida? A algún amigo de confianza.
¿Y si tengo cosas que no puedo contar a un amigo? Tienes dos blogs y un diario personal en papel para desahogarte.
¿A quién abrazo? A la almohada.
¿Con quién tengo sexo? Como decía Woody Allen, la masturbación es tener sexo con alguien a quien amas.

De la terrible noción de olvidar

Parece tan fácil, pero resulta tan complicado cuando lo que hay que exorcizar no es un mal recuerdo sino simplemente un pedazo de vida, arrancar una parte de ti, extirparla como si fuera un órgano que malfuncionara. Es imposible. Sólo un clavo saca a otro clavo, pero me niego, me niego.

Advertencia

Nunca dejes ver Chocolat a una mujer.
Cuando la vi años atrás, nunca sospeché que la ambición de la Binoche sería también la de Sophie: la que, incapaz de resistir por mucho tiempo una rutina, una determinada manera de vivir, la llevaría a viajar y a perderse, buscándose a sí misma.
Y ahora, cuando tengo con la chica de la capa roja apenas el contacto de una llamada por teléfono a la semana, después de que ambos subiéramos el Calvario tras su marcha, cree que puede pedirme que la llame alguna vez, pero no más de dos; que puedo conformarme con hacerle preguntas de rigor, cuando lo que quiero es confesar. Que me bastan diez minutos, cuando no tendría suficiente con una hora. Que puedo mantenerme sobrio y lejano, cuando lo que quiero es llorar y decirle que vuelva, que no puedo fingir ser fuerte, que me tiene en sus manos. Que puedo evitar decir te quiero y te echo de menos, porque ella sí. A veces desearía que el teléfono no existiera.

Incongruencias

La mente debería ser como un sistema operativo. ¿Deja de funcionar, está obsoleto, atascado con alguna rutina? Hacemos un formateo, borrón y cuenta nueva. Y listos para seguir adelante.

De la misma forma, la red de redes debería ser como nuestra vida: parcial, local, pequeña. ¿De qué me sirve conocer a la chica de mis sueños si vive en la otra punta del país? De nada. De nada.

I keep on falling

El dulce olor a marihuana en la ropa, las luces tenues del bar. Dos de las chicas del grupo que tocan nos tienen hechizados. Una es rubia, va de negro. Canta y se mueve de maravilla. Otra lleva una falda vaquera y botas altas, un pañuelo sobre su cabello rizado. Dice que se llama A., canta como un ángel y sonríe como una diosa. T. está a mi lado y probablemente piensa lo mismo: si en ese momento, ella nos dijera que por su amor nos cortáramos un brazo, lo haríamos. Si nos dijera que exterminásemos a todo el público del local, lo haríamos.

No puedo remediarlo. Soy feo, petrarquista y sentimental.

Wait a minute. Something is wrong.

Para los demás debe de resultar una solución adecuada, una manera correcta de encauzar la situación. Pero sigo pensando que hay algo aquí que no funciona.

(Las profecías se cumplieron, claro que sí: ser amigos para Amelia quería decir no ser nada. Amelia quiere usarnos o que la usemos nosotros a ella. Y como no se da ninguna de las dos situaciones, no somos nada)

Voy por mi camino, hago mi vida, intento no pensar. Los advenedizos que vienen a alguna de nuestras reuniones literarias lo hacen exclusivamente para ligar; como si no nos convocara un poder mayor, un destino. Los odio. ¡Pero lo peor es que algunos lo consiguen! ¡Y con la chica más guapa! Llegados a este punto no sé si lo que más me molesta es ese intrusismo bastardo o la envidia. Posiblemente ambas cosas.

Vendrá un día en que me vengaré de todos, y de todas. Oh, sí. He de creer en eso, al menos en eso.

Septiembre

Debe de ser el mes, la estación, el tiempo nuboso, el viento que llega de tramuntana, o la melancolía que comporta esta época, pero me vuelvo a sentir solo. En la cama, por la noche, al final de la jornada, cuando uno tiene ganas de explicarle a otra persona el día, cómo ha ido, qué ha hecho, es cuando se nota más. Ayer no pude más y me eché a llorar. Compartir las miserias cotidianas, las pequeñas victorias... Soy un caso terrible de nostalgia.

Because I just didn´t want to know

Eran las nueve de la noche cuando dejaba la universidad. Había sido tan imbécil de acudir a su llamada, de ayudarla en su trabajo, de encerrarme con ella en un despacho durante más de cuatro horas, buscando datos de toponimia, de onomástica... Y para qué... Para nada, no servirá para nada. Cuando se vaya, todo esto no servirá para nada. Y me doy cuenta de que hay cosas de ella que son difíciles de aguantar, como su cabezonería, su irritante manía de querer ser terriblemente exacta y perfeccionista en sus trabajos... trabajos que empieza una semana o menos antes de tener que entregarlos. Y comprendo que la quiero con todas sus limitaciones, con todas sus taras, pero que ella se cansó de las mías. Buscar culpables, o quien ha actuado bien o mal es ahora ya, además de estúpido, infructuoso. Qué me quedan ya de estos casi 8 años (ayer se cumplieron, pero la balanza ya se había roto).

Nos despedimos en el hall. A ella la venía a buscar su padre. Eso terminó de dejarme hecho polvo, puesto que, tras esas horas encerrado, al menos esperaba que volviera conmigo, que habláramos, y que, quizás, pudiéramos estar juntos después de cenar. Volví de bastante mal humor a casa. Al llegar me llamó, y me dijo que ya nos veríamos mañana. Y mañana es el último día antes de que la gran Ciudad vuelva a devorarla.