Everything goes to Hell (Tom Waits)
Durante cuatro meses, mi habitación se convirtió en mi pequeño universo casi autosuficiente. Con la conexión a internet como ventana al mundo, la televisión como compañía perpetua, abnegada, silente, y las mínimas salidas al baño y a la cocina adyacentes, mi mundo se reducía a aquello. Mi cama, entonces litera, era como un pequeño refugio, una minihabitación, el último reducto de mi vida. Recuerdo esas noches de soledad, en las que la única luz venía del monitor y la televisión, y lo demás era silencio y oscuridad. Era como una cápsula, fuera del tiempo y el espacio. No puedo decir que fuera una temporada agradable, pero -es curioso- no la recuerdo con tristeza.
1 comentario
diego carbajal -
saludos
diego