A man of a constant sorrow
Siempre me empeño en conservar pruebas de mis crímenes, que me atestigüen, que atestimonien que estuve allí, que hice, que dije aquello que ahora no creo posible. Pruebas que me incriminen, que me recuerden que el filo de otra vida me poseyó y me transformó en otro. Esas pruebas son las que me condenan, las que le dicen al tribunal que no hay apelación ni coartada posible: que ése era yo y no otro, que las maldades, si no pueden justificarse ante uno mismo, cómo van a justificarse ante otros. Esas pruebas, a pesar de todo, son también pruebas de haber vivido.
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ANA -