Blogia
Las Flores del Insomnio

Cuando uno no tiene quien le escuche, no importa lo alto que grite.

Mi vida empezaba a descender en caída libre. Realmente me sentía precipitado al vacío, abocado a la desaparición paulatina de la superficie que me sujetaban a tierra. Esa tarde salí a tomar algo cerca del mar, pero me sentía muy cansado. La noche anterior y el trankimazin del mediodía que tomé para prolongar mis horas de sueño (otra cobarde vía de escape fácil) me habían debilitado. En el bar del muelle, una rubia preciosa conversaba con un tipo con aire de snob y brazo escayolado. Oí a alguien canturrear una canción de Amaral, y recordé que, a mi pesar, había acabado identificando ese disco con Amelia. Seguí dando vueltas y pensando en música y al llegar a casa puse a los Mamas & The Papas, otro disco que, puesto cada tantos meses, me devolvía a un momento de la adolescencia de optimismo, de anhelos aún sin frustrar. Esas voces armónicas, esas frases de I saw her again last night, o For the love of Ivy... En esos momentos, por un instante, mi vida congelaba su descenso en espiral y concedía una tregua.

1 comentario

Corazòn... -

Holas H...
Un saludo.
;o)